Mi Anécdota ''Un diciembre inolvidable''

Todo comenzó una tarde del 25 de diciembre de 2016 en el municipio Seboruco, estado Táchira. Yo tenía 9 años en ese momento y, como era costumbre en mis padres, viajamos ese diciembre para visitar a la familia. El día transcurrió con normalidad: bochinche por aquí, bochinche por allá. Yo estaba en casa de mi abuela paterna con mi papá hasta que cayó la tarde, cuando mis primos le dijeron a mi mamá que llamara a mi papá para que me llevara con ellos a pasar el rato. Mi papá aceptó y me llevó, en ese momento, éramos tres, y yo era el más pequeño. Uno de mis primos tenía una caja con muchos fuegos artificiales y comenzamos a jugar con ellos. Al principio, éramos muy cuidadosos al encenderlos y lanzarlos, ya que uno de mis tíos nos había contado que, cuando era pequeño, tenía un amigo al que le explotó un fuego artificial en la mano por jugar de forma imprudente. Esa advertencia nos hizo tener mucho cuidado para evitar algún accidente, y así transcurrió la tarde hasta que llegó la noche, Frente a la casa de mi abuelo materno había un banco, y por esa calle pasaban muchos camiones y gandolas. Nosotros cruzamos la calle y empezamos a jugar en la acera del banco. A uno de mis primos le quedaba un fuego artificial y pensaron que sería buena idea tomar una botella de vidrio que estaba tirada en el suelo y meter el explosivo dentro para que estallara. Entonces comenzaron a asustarme, diciéndome que me lanzarían la botella con el fuego artificial y que, si no quería que explotara sobre mí, debía correr al otro lado de la calle. Como era el más pequeño, les creí, de repente, patearon la botella en mi dirección y salieron corriendo, imitando con la boca el sonido de un fuego artificial encendido. Sin darme cuenta de que la botella no tenía nada dentro, reaccioné de inmediato y salté desde la acera del banco hasta el otro lado de la calle, sin fijarme que, justo en ese instante, venía un camión a toda velocidad. Cuando estaba en el aire, miré hacia la derecha y lo único que vi fueron dos luces blancas muy fuertes y una cosa gigantesca acercándose a mí. Alcancé a ver la cara del conductor, y su expresión era de terror, mientras tanto, mi mamá, mi hermana y mis tías estaban afuera de la casa y, al ver la escena, pegaron un grito. Todos pensaron que el camión me había atropellado. Incluso el conductor frenó bruscamente mucho después de que yo pasara. Cuando vieron que estaba bien, comenzaron a regañarme, al igual que a mis primos. A causa de ese suceso, pasé el resto de la noche en estado de shock y le tomé pánico a los fuegos artificiales, miedo que me acompañó durante algunos años, aunque ahora ya no lo tengo.

Moraleja: Las bromas pueden tener consecuencias y a veces lo que parece un juego inofensivo puede convertirse en una situación peligrosa, también la imprudencia puede tener consecuencias graves

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